miércoles, 24 de junio de 2009

La Vidente


La Danaus
es dulce, como
mariposa que es,
va de cáliz en cáliz,
chupándolo todo,
ebria pero digna,
ante todo la compostura.
La desgraciada viene
llegando de L.A.,
Los Ángeles mismos
enclavados en California
(ella es muy viajada).
Me contó que
paseando distraída
por Malibú, tuvo
una revelación sacra,
que la dejó muerta
(no tanto como
para quedarse extática).
Un exhibicionista de esos
que ya no se ven,
gabardina y todo,
rubio como
un diente de león,
se abrió ante ella
del mismo modo
que una mantarraya,
el manto de estrellas
de la virgen María,
o un arcángel de alta
gradación celestial,
y le enseñó el nabo.
Ella huyó, pero
miraba hacia atrás
como queriendo retroceder
porque hubiera deseado
dibujarlo en su memoria.
"Era enorme", "Era enorme"
se vanagloriaba la estúpida,
ante mí que babeaba.
Eso sí, lo hubiera
probado en otro
lugar como aquí mismo,
las tierras del chupinazo,
pero L.A. es L.A.
y las divas corren
en zapatos de esmeraldas,
y el nabo de un ángel
no es tanto como
que te lleven en Cadillac
(la tonta no se comió
el uno ni se subió
en el otro tampoco).

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