domingo, 20 de diciembre de 2009

La Procaz


Sois todos
unos bestias,
"hombres de mala ley,
animales de mierda
que no son capaces
de hacer nada
que no sean desgracias".
Eso mismo: tal
como dijo G.G. Márquez
en sus Cien años de Soledad,
yo que llevo cien días,
con la misma rabia
y más sola que la nieve.
(comiendo polvorones,
esperándo que llegue un email,
alguno que me invite
para fin de año a alguna parte).
Y nada.
Ahora cuéntaselo a tu tía,
y que patatín y patatán.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La Frágil


Mis lectoras
que al fin de cuentas
son mis dos amigas
de toda la vida -la Drosófila
Melanogaster y la Danaus
Plexippus- me vinieron a visitar
para subirme el ánimo.
No me quieren fantasmagórica,
banshee de mala muerte, llorona
ay de mí llorona, llorona de azul,
celeste, que aunque mi vida cueste,
llorona, no dejaré de quererte, etc,
pero cantada por Chavela
Vargas, a quien adoro más
que a mí misma. Con todo
ese disco vinieron a posarse
mis mejores insectas
sobre la gema de mi corazón
trizada y magullada, enmohecida
como la madera de una casa
que fue barco. Vinieron ellas
para hacerme reír,
para que saliera de mi tumba,
para que me pintara los ojos
verdes, como el chile verde,
llorona, la boca roja como
el libro rojo de los valientes,
y me olvidara de aquél,
que me dijo fea, que me dijo falsa,
que me dijo frágil, que me dijo fétida
y todas las efes de un fuego atroz
que me consumió como a una golem
de paja, una espantapájaros fútil
pero con todos los pájaros adentro.

martes, 8 de diciembre de 2009

La Superviviente


Regreso,
superviviente, de la gripe a, b, c
del abecedario incauto de los suicidas,
que no es detectado por microscopio alguno
ni vacunado con ningún veneno.
Necesitaba respirar, abrir las ventanas,
tragarme los pájaros, los papelillos misteriosos
que mi vecino les entrega a conductores
esporádicos frente a su casa.
Veo el otoño persistente en su noviazgo
con las marujas, con los niños colgando
de carritos, con estancos donde los puros
enseñan su verdad. Los supermercados
establecen su verbo, peatones y peatonas
rumbo a sus trabajos o a la cola del inem,
y yo entregada a la molicie como una rueda
redonda de río, masticada, hecha polvo
pero íntegra ante la evidencia, ante el desarrollo
de la fobia, del asco, y lo peor: el dulce
estreñimiento verbal que me estigma. Supe
que cuando duele de verdad , me quedo
completamente callada.