martes, 8 de diciembre de 2009

La Superviviente


Regreso,
superviviente, de la gripe a, b, c
del abecedario incauto de los suicidas,
que no es detectado por microscopio alguno
ni vacunado con ningún veneno.
Necesitaba respirar, abrir las ventanas,
tragarme los pájaros, los papelillos misteriosos
que mi vecino les entrega a conductores
esporádicos frente a su casa.
Veo el otoño persistente en su noviazgo
con las marujas, con los niños colgando
de carritos, con estancos donde los puros
enseñan su verdad. Los supermercados
establecen su verbo, peatones y peatonas
rumbo a sus trabajos o a la cola del inem,
y yo entregada a la molicie como una rueda
redonda de río, masticada, hecha polvo
pero íntegra ante la evidencia, ante el desarrollo
de la fobia, del asco, y lo peor: el dulce
estreñimiento verbal que me estigma. Supe
que cuando duele de verdad , me quedo
completamente callada.

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