miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Edad


No tengo edad,
no tengo edad
para amarte,
oh Gigliola Cinquetti
que dices lo cierto
desde el bis a bis
de la traducción.
Te juro, ese mantra
le recité al ladino,
al muchacho de tabaco
de liar, al chico
de ipod y pantalones
caídos al culo, que desde
sus dieciocho centímetros
y primaveras de leche
apareció y desapareció
como un romance, digo
en lengua antigua
y métrica medida, pero
desmedida para mí. No
tengo edad, chavalín.
No te encandiles
con mi parcial luminiscencia:
well, I can dance with you, honey
if you think it's funny
does your mother know
that you' re out?
Oh Abba, dile algo
que no se entera, y baila
sobre mi santidad, y sube
por la posibilidad, y rayos
salen de sus zapatillas
como pequeñas alas
de un Hermes posmoderno.
No te creas una coma
de mi verbigracia.
No te dejes seducir
por mi divinidad vintage.
Serías estúpido
si me haces caso.
Te llevo siete años
y pecados capitales
siete veces siete.
No te muevas
de esa manera, cabrón.
¿Sabe tu madre
que estás fuera?
No tengo edad.

3 comentarios:

  1. Buenisimo¡¡¡.

    No tengo edad susurrado,gritado....

    ¿Hasta cuando me pregunto mirando mi código de barras?BSS

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  2. Ay, hija mía, la edad es efectivamente un código de barras, y no veas los problemas que me ha traído en el santoral, siendo yo tan guapa y joven, entre tantos santos y tan viejos, masacrados y empolvados. Pero el chaval de verdad tenía 18 y casi, casi, casi ocurrió el milagro.

    Gemma,
    desde el Leteo

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