martes, 22 de septiembre de 2009

La Gorda


Seca,
como la paja del espantapájaros,
me quisieras tú, Danaus,
que haz hecho de la anorexia
una forma de sinceridad.
No quiero frivolizar con eso, linda,
pero tú no paras de hacerlo. Estás
delgadísima. Miras de reojo
mi culo que abulta más que de costumbre.
Me regalaron bombones. Me los comí
todos. Si pudiera haber lamido
la caja hasta sacarle las letras
también lo hubiera hecho. Que yo
aplaco mis frustraciones con chocolate,
eso está claro, Danaus, y que debiera
ser pija y vegetariana como tú,
probablemente es cierto. Pero mírate,
mujer, tú también aplacas tus secretos
sin comer. Eso no es sano. Y vas
y con tu hermosa boca me dices
que para enferma yo, que no paro
de hablar de caca, culo, pedo, pis;
que soy una pervertida, una vergüenza
para todo el santoral. No llegaremos
a acuerdo, al menos no es
falta de sexo lo mío: es estar sola
como moneda sobre el ojo de un muerto,
es querer escribir más y mejor
y no me resulta. Tú hablas y hablas;
para ti la visión holística: bebes oro líquido,
crees en la teoría del caos y el aleteo
de la mariposa (que eres tú, por cierto):
cuando vas al váter debes perder
una fortuna. Cómo es que somos amigas,
me pregunto, porque cuando abres
tus alas y aparece la cara
de una lechuza voraz, me doy cuenta
de lo rata que soy, del respeto
que me inspiran tus garras, tu encantador
acento que me seduce y me enternece, o sssea.

2 comentarios:

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  2. Que esa gorda nunca se vuelva pija ni vegetariana, por Dios (Dios es uno de los pocos amigos que me quedan).

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