miércoles, 16 de septiembre de 2009

La Dolorida

El oleaje
revienta en mi cabeza,
pero por dentro.
Las medusas tóxicas
cuyos tentáculos cortados
por Perseo se llenan
de moscas en la orilla
a su vez se pudren
y son pisadas por los bañitas
al interior de mi cabeza.
Si un voyeaurista se masturba
escondido tras la duna
mientras la pareja cuenta
diamantes, pequeños ojos
de peces blancos, y una orina
investida de milagro
en medio del anochecer, todo eso
decanta y hace barro
al interior de mi cabeza.
Lo que queda de un castillo
de arena, se resume en otra
estructura del horizonte,
como es un enorme
barco de mercancías.
No es tentación, pero una gaviota
caza su merienda zambulléndose
al interior de mi cabeza.
En el océano burbujea
un analgésico efervescente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario