jueves, 15 de julio de 2010

La Física


Danaus apareció
en su alfombra mágica
enrollada en un pareo
de gasa fina y volátil,
y me dijo estúpida
qué haces allí
muerta de asco, vente
conmigo, nena,
lo pasaremos bien.
Le hice caso, y abrió
sus alas de mariposa
en una fiesta blanca
a la que nos invitó esa noche,
todos muy pero muy
guapos y chics
bañándose en cava
(la palabra más densa
que se escuchó fue chill out).
Yo pensaba de verdad
en comer, en leer,
cosas básicas de santa.
Pero Danaus es insistente.
Tiene verdadero
poder de convocatoria.
Te presento a este, a este,
a esta otra, fulanita de tal,
menganito, y yo,
quería irme, vestida de negro
en esa fiesta albísima,
con una lágrima negra
maquillada, y en la gota
una lentejuela púrpura.
Estaba asqueada.
Piolín apareció
y me dijo parece
que he visto un lindo
gatito. Se fue
a salvar a Drosófila
que de nuevo se quería
suicidar en la piscina
(siempre amenaza
y se queda tan pancha).
Pero resulta que el gatito
se sentó a mi lado.
Me dijo que hacía
una santa como yo
perdiendo el tiempo aquí.
Yo empecé a sangrar
y me morí de vergüenza.
Me habló, como en sueños,
de física cuántica,
de que las santas estamos
indisolublemente ligadas
a la teoría de la incertidumbre,
poéticas y matemáticas
inconcebibles. Le sonreí.
Cuando me recosté
sobre su pecho
escuché una galaxia.

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