viernes, 5 de febrero de 2010

La Salamandra


Yo quería ser una elegante
salamadra,
negra y amarilla, deseablemente
venenosa, quería ser la salamandra
del tandem Francisco Rovira-David Romero
pero me quedé en salamanquesa,
pálida, glotona, fugaz y fútil
comiéndome los mosquitos chupasangres,
mis cinco dedos con sus ventosas
adheridas al muro adonde llega luz.

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