miércoles, 12 de enero de 2011
El escenario
Gemma, la Santa, no ha sido un proyecto en el sentido más frío y calculador de la palabra. Nació de forma fresca, abrupta, accidental, casi naïf. Se trata de un personaje que se me apareció extrañamente definido, pero siempre reflejándose en situaciones y personas reales. Ella como tal, surgió como una promesa casi teatral de interpretación en las características físicas y vocales de una actriz real, Rosa Izquierdo, quien me ha inspirado con su amistad, sinceridad y desparpajo muchos de estos textos. Una característica previa, quizás el único requisito que me impuse al escribirlos, fue que no tardaran más de un par de minutos en redactarlos, y evitar, en la medida de la posible, correcciones de estilo, cosa que normalmente haría en los escritos que firmo. Quizás ese medio hacer -o no hacer- es una de las características de esta santa alucinada, dependienta de un cyber valenciano, amiga de sus amigas y amante completamente sola. Quizás eso la acercaba a una poesía mucho más desnuda, torpe, a veces, kitch y cursi. Pero, en mi deseo y lectura, aún así me resultaba honesta, frívola, profunda, y sobre todo pasional. No niego que este "desdoblamiento" pueda tratarse de un proyecto de desnudez propio del autor, exesivo controlador de sus textos, demasiado lector y literatoso... Me continúo desdoblando y le agradezco a Gemma esa posibilidad de liberación. Muchas gracias, igualmente, a todos quienes comentaron y se interesaron en las vicisitudes de esta santa. Hank Over, un enorme abrazo, y estamos en deuda contigo por habernos dado un poquito de visibilidad y un voto de confianza en tu espacio, lo mismo que a las Pandoras, y otros muchos amigos y amigas que la han citado en sus blogs.
Pedro Montealegre, poeta hispanochileno, vecino de Manises.
http://www.montealegrepedro.blogspot.com
lunes, 6 de diciembre de 2010
La Asunción de Gemma
Llegó el día
en que las discotecas se abrieron
y en su mansedumbre las chonis
se arrodillaron frente al precipicio.
Los chavalitos se tragaron
un petazeta místico
con la imagen de la salvación
y se me quedaron mirando
toda la noche.
Estoy sangrando de verdad
me dije en la barra,
presa de una divinidad
no pensada para mí.
Si existiera un cementerio
pudiera ser esto, pudiera ser esto
el éxtasis, la extrema unción.
Hijas mías, asciendo
sobre la cicatriz y la moda.
Estoy siendo llamada.
Perdonadme, amigas
que las deje tiradas
envuelta en el terciopelo
más chic y más rojo.
Los perros anoche
adivinaron mi revelación.
La absenta brilló
y las tiendas de chinos
relucieron como nunca
porque a Gemma llamarían
a la siniestra del Paraíso.
Desaparezco del santoral
subiendo a la superficie,
les dejo con la gracia
de la adivinación.
Estoy moliendo uvas con los pies.
Estoy esquivando
las chinchetas con que el diablo
me quiere agujerear.
Muevo los dedos
como pequeñas alitas
porque me ahogo y lo veo.
Veo una luz, una enorme bola de espejos
mientras la música me dice
que no estaré más sola.
Mi traje de noche deja ver
mis bragas, y de ellas se desprenden
pequeños hilos de los que cuelgan
nombres, y más nombres.
Amantes queridos,
entro en el pantocrátor, ondadisco
y frugal. Les dedico un bombón
lleno de rabia. Amigas de mi alma,
Drosófila, Danaus, Piolín
de mis emores,
les dejo mis textos
dictados por el sacrificio.
Esta ciudad me impulsa,
mis tacones son pequeños
cohetes que me lanzan
a la exploración.
Capitalistas de mierda,
no hagan causa de mi causa.
Ya lo veo, siento el aire.
He sido elegida, no me percato
de las marcas del arnés
que me elevan rompiendo
el cielo vítreo de la pista.
Abrirme paso, queridos súcubos,
que ahora mismo me reecuentro
con Papá. Aquí yace Gemma
Galgani, la santa,
se me permitió vivir
hasta los 25.
lunes, 29 de noviembre de 2010
La Japonesa
Es necesario
irse.
Resulta crucial
poner un punto
aparte en la zona
más indigna de una,
porque una
es ninguna,
como versa el dicho
con sabiduría popular.
Dime, bonita, ¿nunca
te haz cansado
de estornudar
frente a un espejo,
regresar a las 5
de la mañana
con un ojo verde
y otro marrón,
buscando la lentilla
entre tu vergüenza,
tu amnesia,
empolvada como una
croqueta,
tarareando una canción
del karaoke japonés,
como cuando estuviste
en Tokio,
vestida de otaku,
en las avenidas luminosas,
entre los oficinistas
y su microchip?.
La verdad agobia.
La noche siempre
es una huida
hacia el barrio
oscuro y ruidoso
donde venden sopa
hasta el amanecer.
martes, 2 de noviembre de 2010
La Bruja
Qué es una espectro,
qué es una santa
encima de una escoba,
una vampira moderna
docta en teología
transitando por la democracia
inexistente del sexo,
boba, eso sí, boba,
pidiéndote el bombón,
para qué, a cambio de,
con qué consecuencias,
fácil como la técnica,
inserta en el grito,
bandshee de mal agüero
repitiéndome hasta más
no poder ni aguantar,
bruja, cerda, insana,
diablesa incolora,
folclórica y dramática
en medio de la tentación.
La ciudad fetichizada
en el pacto comercial
del miedo. Excusa
para maquillar el terror
con el terror falso
que lo anula.
No mentiré ni te diré
que no bailé como todas
en medio de la telaraña.
María Santísima
se apareció sobre una azucena
y nos arrojó los ojos
para escenificar su enfado.
Mentí por un segundo,
mama mía, no seas
así, por favor,
sé exactamente dónde
me encuentro metida.
Sé que es mentira.
Sé que morirá.
Sé que el espectáculo
me despellejará entera.
Déjame ser mala.
Déjame la crueldad.
Mira lo que tengo
escondido aquí.
Tengo una perra
sin bozal en el pecho.
¿La duda me hará
mejor en la derrota?
Mira los capitalistas
transformándome en chuche.
Hambre para qué,
en qué condiciones,
bajo qué amo.
Mira esta sangre
que encharca la acera.
¿Soy mejor
que tú y tus diáfanas?.
Toma y anda
a tomar por el saco,
virgen de mazapán,
encarnada en el amor.
Mira estos dientes.
Mira estas larvas,
estas togas góticas,
estos ojos negros
delineados en la traición.
Mira cómo me lo clavo.
¿No te gusta verlo?
Mira lo que ha hecho
la guarra de tu hija.
sábado, 23 de octubre de 2010
La Mosca
Basta ya
me digo esta mañana,
consternada y aburrida
de las tonterías de Drosófila,
la reina de la chatarra
(y también de las quejas,
más que yo, eso está claro)
más flaca y desaparecida
que la extrema unción.
Nadie puede
ser tan depre, tan naïf
como para tomarse toda
esta ciudad a pecho.
Ay Droso, come
algo por favor, no me llames
a las 4 de la mañana
preguntándome si las pastillas
de dormir, si el salfumán,
o si el cinturón de charol
dejan marcas en la nuca.
Estas ebria de nuevo.
Algún día de estos la vas a palmar.
No podemos las santas
hacer el curro de los ángeles.
Cada una que lama
su propio cipote. Cómo
esperas, estúpida,
que te responda esas cosas,
tú que te empeñas
en desaparecer, que escribes
cartas a nadie
con letra minúscula,
y pintas complicadísimos
ideogramas con gloss
en los espejos de la discoteca.
Ay, guapa, no tenemos
movilidad. Ya no somos
las niñatas de antes.
Tu sabiduría de mosca,
constantemente anegada
con el formol asqueroso
que bebes en el bar.
Necesitamos un milagro.
Una cosa poca, tampoco
hay que abusar. Ante todo
sencillez y discreción.
Esta vez en secreto.
Qué tal si nos vamos
con Piolín y Danaus
un día a la nieve,
y contamos interminables
historias de terror,
para dormir todas juntas
aterradas, pálidas,
pero muertas de risa.
Querida Droso,
haz algo con tu vida
mosquita muerta,
insectita de mi corazón,
que los días vienen mal,
que la historia
devendrá en pesadilla.
Nos queda reír,
o hacer un agujero
entre lo que ves y no ves.
Pero arréglate un poco,
chica, y ya
que haz venido así
¿quieres desayuno?
domingo, 17 de octubre de 2010
La Mirada
Estaba recogida
como en el siglo diecinueve
una huérfana de Dickens,
al borde de la definición
que no se completa al pronunciarla,
lívida, en medio de la objetividad,
calle, otoño, un catarro
que pasa de boca en boca como un beso,
husmeando entre los jardines
de una urbanización
por si quedan rosas, así de cursi
soy, perdida, cazando imágenes
con la obertura de mi llaga
como los profesionales con su nikon.
No se compra ni se vende
esta finalidad, esta suma etérea
que me entera de todo, la macroconciencia
de las dementes, de las que están a punto
de morir, las entregadas a la molienda
de diablo. Ver barro. Ver obvio. Eso tengo,
querida radioescucha: ocio, y lanzo
mi umbilicalidad sobre la verticalidad
de esta urbe, digo cloaca, digo política,
digo ay, pobre santa de mierda
encerrada en su interrogación,
mintras las tácitas bailan en sus conciertos
de rock, mientras las lícitas inflan
su corazón de helio, y hacen gorgoritos
en el punto álgido del espectáculo.
Soy una santa en medio del público
que se vuelve íntimo y privado a costa
de la murmuración. Esta mirada
se resume en la de la heroína
que asoma su cabeza a la fuente
hortera y barata de las plazas nuevas.
No hay peces, me respondo. Y las nubes
se mueven sobre el reflejo, casi
mezcladas con los ojos y las hojas secas.
sábado, 18 de septiembre de 2010
La Cruel
Soy una guarra,
una dromedaria, roedora
de ristras, regidora
del arder, una rebelde
porque el mundo ríspido
me hizo así, Jeanette,
lo que tú me digas, bonita, robo
como todas, rasco la que más,
rezo y rujo, rodeada de ron,
realizada en rabear, redonda
rosa de perfume amargo.
( Eso. Eso. Pero subo y silbo
por la sanción, selecciono, y sé
que el sonambulismo, la suma,
la sacra santidad -o la sosa-
solemnidad me solazan, me suplen
en el siseo inútil del espacio, ¿sabes?
Sigilo, eso sí, en sigilo: simple
como un silabario, degestiva
como una sopa. Sola. Eso sí, sola ).
Soy una pérfida, prepotencia
pura, parafilósofa y parapoeta
petrificada por el paso, la pausa,
preceptos del poder, parsimonia
del pistolero: la pequeña posibilidad
de partir. Por eso aparto, pido
paz, paliza pido -al rapsoda-
y protesto cuando paran. Por favor,
perrito, pon mi prez en tu lugar,
una teta en tu perfecto
catálogo de pactos. Perdona
si me pierdo. Pero empezaste tú,
el otro pecho puse,
la persona no, el pie
clavado en el palo
que con otro palo hacen
cruz.
Soy cruel
y canto.
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